domingo, 10 de mayo de 2015

Del amor sé que lleva una media luna en la sonrisa, y que en sus ojos el cielo y el mar se mezclan. También sé que es infinitamente paciente, que se despierta varias veces en la noche y que sus brazos son el mejor escondite secreto. Lo único que sé del amor, es que habla con voz clara, que lleva una gigante paz en las palabras y que contagia de alegría cuando suelta algunas carcajadas.
Del amor sé que me obliga a mirar al cielo, a pararme de puntitas, a crecer, a volar. Sé que es más grande que cualquier miedo, más fuerte que todo tropiezo, más noble que la vida en sus giros eternos. El amor construye, le hace cosquillas a los miedos y suele hacerse polvo entre las sábanas. Es cálido cuando hace frío y es refrescante cuando la vida agobia. Es equilibrio. Lo único que sé del amor, es que me entiende aunque yo no pueda explicarme, que me lee cuando no tengo palabras. También sé que me mira cuando no me doy cuenta, y que seca con calma mis lágrimas. Lo único que sé del amor, es que no sé mucho realmente, pero me gusta estar entre sus brazos, que me de los buenos días y que me bese la frente. Sé que siempre me quedo con ganas de más conversaciones, pues es su voz es mi melodía favorita. Y aunque del amor no sepa mucho, me quedaré contemplándolo hasta que se me deshagan los años, hasta cumplir cada punto de aquella lista. Terminaré por invertir sus caricias en promesas que no se necesitan hacer, y en guerras que no se necesitan ganar. Así, en cada poro de la piel se irán guardando los momentos dignos de coleccionar, y nuestros cuerpos se convertirán en una cajita de tesoros, en una historia que en su recorrido, los labios irán leyendo y cada beso la podrá contar. Entonces, al mirarnos al espejo desnudos, sabré que esas dos figuras ahí, frente a nosotros, serán lo único que sabré del amor. Somos lo único que sé. Del amor, no sé mucho, pero de nosotros, sé mucho más.

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