Del amor sé que lleva una media luna en la sonrisa, y
que en sus ojos el cielo y el mar se mezclan. También sé que es
infinitamente paciente, que se despierta varias veces en la noche y que
sus brazos son el mejor escondite secreto. Lo único que sé del amor, es
que habla con voz clara, que lleva una gigante paz en las palabras y que
contagia de alegría cuando suelta algunas carcajadas.
Del amor sé que
me obliga a mirar al cielo, a pararme de puntitas, a crecer, a volar.
Sé que es más grande que cualquier miedo, más fuerte que todo tropiezo,
más noble que la vida en sus giros eternos. El amor construye, le hace
cosquillas a los miedos y suele hacerse polvo entre las sábanas. Es
cálido cuando hace frío y es refrescante cuando la vida agobia. Es
equilibrio. Lo único que sé del amor, es que me entiende aunque yo no
pueda explicarme, que me lee cuando no tengo palabras. También sé que me
mira cuando no me doy cuenta, y que seca con calma mis lágrimas. Lo
único que sé del amor, es que no sé mucho realmente, pero me gusta estar
entre sus brazos, que me de los buenos días y que me bese la frente. Sé
que siempre me quedo con ganas de más conversaciones, pues es su voz es
mi melodía favorita. Y aunque del amor no sepa mucho, me quedaré
contemplándolo hasta que se me deshagan los años, hasta cumplir cada
punto de aquella lista. Terminaré por invertir sus caricias en promesas
que no se necesitan hacer, y en guerras que no se necesitan ganar. Así,
en cada poro de la piel se irán guardando los momentos dignos de
coleccionar, y nuestros cuerpos se convertirán en una cajita de tesoros,
en una historia que en su recorrido, los labios irán leyendo y cada
beso la podrá contar. Entonces, al mirarnos al espejo desnudos, sabré
que esas dos figuras ahí, frente a nosotros, serán lo único que sabré
del amor. Somos lo único que sé. Del amor, no sé mucho, pero de
nosotros, sé mucho más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario