Una nueva presa camina
entre los pasillos de la cárcel, tímida, cabizbaja, con pinta de no haber roto
un plato en su vida. Se ve joven y linda, pero algo demacrada por haberse
pasado quizás demasiado tiempo llorando a solas. Todas se giran a observarla,
deteniéndose así por un momento de las tareas que estaban haciendo para
propiciar susurros despectivos a la recién llegada a modo de una bienvenida de
todo, menos cálida.
Le han asignado
un módulo y una celda en concreto, sus compañeras forman un escudo para no
dejarla pasar a escoger una litera y ella suspira, con pena. Los guardias la
abandonan a su suerte y ella recorre con la mirada esas tres paredes y unos
barrotes que ahora la encierran ahí. Deja las mantas que le han dado en el
suelo y mira a las presas con las que, al menos hasta el juicio, serán sus
compañeras.
-Mira a quién
tenemos aquí…-dice tocando la cara de la recién llegada y observando todas sus
facciones-una nueva putita a nuestro servicio-ríe mientras sus secuaces le
asienten a sus palabras.
-¿Por qué te han
condenado?-pregunta otra de ellas.
-Todo ha sido un
error, no estaré aquí mucho tiempo…-musita la nueva.
-Todas dicen
eso, ingenuas-ríen-estarás aquí el tiempo que el gobierno y el patriarcado
quieran para una mujer joven como tú-comenta-aquí los guardias hacen lo que
quieren de nosotras, esto es así y tendrás que ir acostumbrándote-empuja a la
joven para hacerse paso y salir.
-¿Y cuál es el
error, según tú, que has cometido?-insisten en preguntar.
-No…no quiero
hablar de ello-agacha la cabeza.
-¿Has robado?
¿Matado?-ríen-tarde o temprano lo sabremos, niñata-se van detrás de la primera.
Alba, que así se
llama la nueva reclusa, recoge las mantas del suelo y se fija en las literas,
todas tienen cosas excepto la de arriba a la derecha, con lo que supone que esa
será la suya. Deja allí las cosas y se sienta al borde pensativa mientras
observa las fotos que le han dejado entrar y sonríe. Las coloca en su lado de
la pared y besa unas cuantas.
-Eh tú, la
nueva-aparece de nuevo una de sus compañeras-será mejor que te olvides de esa
gente de fuera, a partir de ahora a las únicas personas que verás somos
nosotras-comenta-toda esa gente de las fotos está muerta ya para ti-sonríe
maliciosamente.
Alba salta de la
litera y agarra a la chica del cuello. “Mira, tía, yo como buena, soy la más buena,
pero como me toquéis mucho los ovarios, os cagáis, como mala soy el mismísimo
diablo”, se saca una navaja del calcetín mientras la observa con los ojos
inyectados en sangre, “y ni preguntes cómo he conseguido colar esto, pero te
aseguro que no me costará nada usarla contigo y tus amiguitas, ¿queda claro?”,
la otra asiente casi sin aire, “así que ahora irás con las otras y me vais a
dejar en paz el tiempo que esté aquí, no quiero ni oíros respirar”, le suelta
el cuello al finalizar su amenaza y la chica comienza a toser desesperadamente.
Le coge el pelo y le corta más de la mitad ante los gritos de horror de ésta.
-No te quejes
que podría cortarte otra cosa, pero ahí vas, para que os deis cuenta de que no
estoy de broma-suelta y se va de la celda en busca del comedor.
Una vez dentro
del mismo, vuelve a ser la chica que no ha matado una mosca en su vida. Todas
la miran por encima del hombro y cuchichean cuando pasa. Le sirven comida con
mala cara y desprecio y se sienta sola en una mesa hasta que pasados unos
minutos, una chica decide acompañarla.
Lleva una trenza
atada de lado de la que sobresalen las californianas azules que hacen juego con
sus ojos. Se fija en el piercing de la nariz y el tatuaje de la lágrima bajo el
ojo.
-Así que tú eres
la nueva, ¿no?-sonríe amigablemente.
-Soy Alba, esos
motes de nueva no me van nada, aparte estaré poco tiempo-ríe.
-Te han dicho ya
que eso decimos todas, ¿no?-Alba asiente-me llamo Lucía y desde luego no tengo
pensado estar poco tiempo aquí-se encoge de
hombros.
-¿Tan mala
eres?-alza una ceja Alba.
-Peor, soy un
bicho-ríe Lucía-que va, sólo atraqué un banco con mi entonces novia, pero aquí
hago lo que me da la gana y suelo estar bastante tiempo en aislamiento, no creo
que eso sea bueno para mi historial-comenta-¿tú por qué estás aquí?-se
interesa.
-Todo ha sido un
error, en serio, no me gusta hablar de eso-agacha la cabeza.
-Bueno, bueno…pero
yo te he contado lo que hice, al menos dame un adelanto, ¿no? ¡No me puedes
dejar intrigada!-exclama.
-Está bien…-suspira-estaba
en una fiesta con unos amigos, y fui al baño, escuché muchos gritos y eso y
cuando salí la gente estaba corriendo y había un tipo sangrando, le habían
acuchillado, mis amigos me dijeron que me fuera con ellos, pero el tipo aún
respiraba, así que le saqué el cuchillo e intenté taponarle la herida mientras
llamaba a emergencias-explica-el tipo murió y mis amigos huyeron, como era la
única que estaba allí y no quería delatar a mis amigos, soy la única
culpable-suspira.
-Oye, pero qué
hijos de puta dejarte ahí, ¿no?-alucina Lucía.
-Bueno, pude
haberme ido con ellos, pero preferí ayudar, no pasa nada, yo no hice nada, así
que cuando sea el juicio espero que todo vaya bien y me manden a casa-se encoge
de hombros-aparte se implicaron mucho conmigo cuando se enteraron que me
encarcelarían y me enseñaron a defenderme aquí y a no tener miedo-ríe.
-Si no tienen
más pruebas y un hombre ha muerto, es difícil, ¿no hubo más testigos?-pregunta-Oh
bueno, eso está mucho mejor por su parte-asiente.
-Una vecina
parece ser que lo vio todo, dijo que estábamos muchos y que una no se fue, yo,
y que también estaba ahí cuando le acuchillaron-rueda los ojos-estaba a
oscuras, solo veía cuerpos, no sé cómo puede saber si era yo o no, en fin-se
muerde el labio.
-Lucía, ¿qué
haces con esta tipa?-increpa una-¿no has oído lo que hizo a sus compañeras? Es
un mal bicho, aléjate de ella-comenta.
-¿Un mal bicho?
Pero mírale la cara, si es una buenaza-ríe-anda, anda, déjanos que hablamos
temas importantes-defiende Lucía y la otra se va rodando los ojos.
-Gracias-sonríe
Alba-es complicado encontrar a alguien bueno aquí, me alegra contar
contigo-Lucía asiente a sus palabras.
-Por supuesto,
ya tienes una amiga-se abrazan y le da un beso en la frente.
A la noche, todo
se apaga, y no sólo las luces, las personas también. Alba está tumbada mirando
el techo y una lágrima cae por su mejilla. Ha jurado mantenerse fuerte y lo
hará, nadie debe verla débil, pero es uno de esos momentos dónde todo te
sobrepasa y es inevitable derrumbarse. Observa las fotos todavía pegadas en la
pared. Sus compañeras ya duermen y ella sólo desea gritar.
-¡Alba! ¡Eh,
Albichuuuuu!-susurra Lucía, pero Alba sigue en su mundo-¡Alba, coño!-insiste y
alguien le dice que se calle que intentan dormir.
Se cuela en
celda y trepa hasta la litera de Alba y se tumba a su lado.
-¿Estás
bien?-pregunta observando sus lágrimas.
-¿Eh?-Alba se da
cuenta de su presencia y se seca las lágrimas-sí, sí, todo está bien, lo
siento-se disculpa.
-No tienes que
intentar hacerte la fuerte siempre, a veces las cosas nos sobrepasan-murmura
Lucía-puedes desahogarte y todo eso, es lo más normal del mundo, llora lo que
necesites…es el primer día, es lógico-comenta.
-Odio las
noches, siento que no puedo más, me derrumbo totalmente-sonríe falsamente y las
lágrimas vuelven a sus ojos.
-¿Me dices
quiénes son?-pregunta Lucía señalando las fotografías.
-Los cinco de la
foto de arriba somos mis amigos y yo, los de la fiesta-comenta Alba.
-Los que te
dejaron tirada-corrige Lucía.
-Me ayudaron más
de lo que me dejaron tirada-rueda los ojos Alba-también son los de la última
foto de abajo-señala-en esas dos fotos están mi madre y mi padrastro y mi padre
y mi madrastra; los amo a los cuatro y tengo la suerte de poder tener dos padres
y dos madres que me amen tanto como ellos-explica-los de debajo de la foto de
mi madre son mis hermanos por parte de madre, en el medio mis hermanos de
sangre y el que está conmigo en la foto de la derecha es mi hermano por parte
de padre-sonríe.
-¡Vaya, qué
familia tienes! O sea que tienes tres hermanos de sangre y tres hermanastros,
¿no?-Alba asiente.
-¡Somos
siete!-ríe-y mis padres se llevan bien y con sus respectivos igual, así que
imagina las reuniones familiares lo que son-sonríe al recordar.
-¿Y quién es la
niña de todas esas fotos?-señala una fila donde sólo hay fotos de una bebé.
El corazón de
Alba se encogió en ese momento, no estaba preparada para hablar de ello, pero
no le quedaba más remedio, era ahora o nunca, y de alguna manera necesitaba
gritarlo y quitarse un peso de encima.
-E…era mi
hija-susurra.
-¿Era…? ¿Quieres
decir qué…?-Alba la corta.
-Sí… está muerta-nunca
lo había dicho en alto y le había producido un pinchazo en el estómago, le
dolía, y las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos.
Lucía la abrazó
y acarició su cabeza durante unos minutos, sin decir nada, no tenía palabras.
¿Qué decir en ese caso? Suspiró. Parecía que Alba se había quedado dormida
hasta que sin previo aviso comenzó a hablar, intentando que su voz no se
quebrase.
“Cuando tenía 15
años, un hombre me violó durante dos semanas, siempre me veía cuando volvía del
instituto, y yo no era capaz de imponerme, tenía miedo, podía matarme, era superior a mí, era grande,
y yo era tan sólo una niña; nunca dije nada, ni dejé de ir al instituto, me
sentía mal, sentía que era mi culpa, que algo había hecho yo que había
provocado que ese hombre hiciera eso. A las dos semanas, a mi padre le
trasladaron y tuvimos que mudarnos, eso fue lo que provocó el divorcio de mis
padres, cosa que no agradezco, pero agradezco que nos alejase de ese pueblo
aunque tuviese esa consecuencia. No volvió a tocarme ni volví a verle. A las
semanas me enteré de que estaba embarazada, fue algo duro, pero quise seguir
adelante, el bebé no tenía culpa de lo que me había ocurrido y no iba a hacerle
pagar por lo que un hijo de puta me hizo por lo que me inventé mil cosas sin
contar la verdadera razón del embarazo a mis padres (supongo que todo esto
también influyó en su divorcio). Cuando nació mi niña me enamoré, era el bebé
más bonito que había visto nunca, apenas tenía unas horas y abría los ojitos y
te miraba y parecía que te sonreía con la mirada. Tomaba un dedito con su
manita y te daba todo su amor. Era lo más precioso que me había ocurrido nunca,
la quise como a nadie y le di todo lo que pude darle.”
Hizo una pausa
para secarse las lágrimas y tomó aire, parecía que se avecinaba lo duro de la
historia.
“Cuando tenía
dos añitos, empecé a notar que algo no iba bien, le costaba hablar
correctamente, andar y más cosas así que la llevé al médico, y no a uno si no a
varios, incluidos los privados ya que nadie sabía decirme que le pasaba a mi
bebé. En el privado me dieron la peor noticia de todas. Mi niña tenía un tumor
cerebral que se le estaba expandiendo por todo el cuerpo. No supieron decirme
cuánto tiempo le quedaba de vida, sólo me dijeron que aprovechase todo el
tiempo con ella al máximo, que no había cura y que lo sentían mucho. ¿Cómo
pueden decirle a una chica de diecisiete años que su hija de dos se va a morir
y que lo sienten mucho? ¿Así, sin más y sin anestesia? No me conformé con eso y
gasté lo que tenía y lo que no en médicos que no me daban ninguna buena
noticia, hasta que me rendí y decidí, como me habían recomendado desde el principio,
pasar todo el tiempo que le quedase haciéndola feliz.”
“La llevé a
Disneyland, la llevé a mil viajes, mil
cosas, me gasté dinero de mis amigos y todo. Trabajé más horas, y como
entendían mi situación me dejaban tener a la beba conmigo en el trabajo por si
pasaba algo estuviera ahí. Milagrosamente pasó un año y mi niña seguía conmigo,
no quería ilusionarme, pero ella seguía ahí y yo era feliz de poder seguir
disfrutándola. Apenas hablaba, ni podía hacer nada por sí misma la mayor parte
de los días, sólo alguno si había suerte gateaba o caminaba apoyándose en todo
lo que encontraba.”
-¿Ves esa foto
de ahí?-señala Alba-ahí es su cumpleaños, cumple cuatro años y dos meses, de
ahí las dos velas pequeñitas al lado del cuatro, decidimos celebrar también sus
meses de vida, porque no sabíamos cuánto le quedaba-sonríe- se la ve tan feliz,
era la niña más feliz del mundo pese a todo…pero yo diría que fue su último día
feliz-suspira, y Lucía la abraza más, haciendo así la cucharita, para que sienta que está ahí para ella.
“Poco después
empezó a estar mal y decidí llevarla al hospital. Me dijeron que no sabían si
serían horas o días, y me preguntaron si quería que muriera sufriendo o quizás
no tanto. Decidí que la ingresaran, le pusieron oxígeno porque ya no podía
respirar sola y la medicaban para que no tuviera dolores. Se pasaba casi todo
el día durmiendo y yo agarrada de su mano sin conseguir dormir. Intentando
recordar cada rasgo de mi niña, que me sería arrebatada en cualquier momento.
Hubo un momento que ya estaba quedándome dormida después de tres días sin
dormir absolutamente nada y sin despegarme de ella y ella se movió, se quitó
con su manita el oxígeno y pronunció con algo de dificultad algo que se me
quedará siempre. “Te quiero, mami” y sonrió. Yo la miré con los ojos llenos de
lágrimas y ahí, justo ahí mi niña se me fue. Se me fue diciéndome que me quería
con sus últimas fuerzas antes de partir…”
Alba no dejaba
de llorar agarrando la foto de su niña. Era duro, era muy duro. Una chica de 19
años no tendría que ver morir a su hija, jamás. Después de todo lo que había
pasado era una valiente.
“Después de todo
eso, pasado un año o así volví a ver a aquel tío. Y me removió todo dentro. Mil
recuerdos, todo. Mis amigos y yo planeamos algo, una fiesta y gracias a una
amiga le invitaron. En cuánto le vi no pude evitarlo y le ataqué con lo primero
que pillé. Le di una puñalada por haber abusado de mí, no una sino decenas de
veces; le di otra por haberme arrebatado la inocencia; le di otra por, pese a
haberme dado lo más bonito de mi vida, habérmela dado enferma sin que apenas
pudiera disfrutar de ella; le di otra porque jamás conocería a la hija más
hermosa del mundo, la más inteligente y buena; le di otra porque ni siquiera
supo que sus acciones tuvieron una consecuencia…y así sucesivamente unas
treinta veces. Mis amigos me gritaban que parase y yo les dije que se fueran,
ellos no hicieron nada y no debían pagar por ello…y así llamé a la policía y me
inventé el resto de la historia…”
-Así que fuiste
tú y no fue un error cómo tú decías, ¿no?-pregunta Lucía y Alba asiente.
-Es la historia
para defenderme que me inventé, y la que debo seguir manteniendo, pero yo tenía
que vengarme, tenía que acabar con él igual que él acabó conmigo y mi niña, de
alguna manera-explica-no sería la manera pero en ese momento no conseguí pensar
en nada más que no fuera eso, y ellos después me ayudaron en todo, como
dije-sonríe.
-Ey, mírame, no
fue tu culpa que ese hijo de puta hiciera lo que hizo, jamás pienses en eso, y
todas actuaríamos como tú en tu lugar…has sido una valiente y una
superviviente-sonríe Lucía-estoy orgullosa de ti, ¿vale? Has tenido una niña
maravillosa y la has amado lo más que has podido y has hecho todo lo posible
por ella y ella lo sabía, te lo hizo saber, te quería, y te quiere-seca las lágrimas
de los ojos de Alba-ahora lo único que tenemos que hacer es pensar cómo hacer
que estés aquí el mínimo tiempo posible-piensa.
-Con una
compañera como tú, no me importaría estar aquí más tiempo-sonríe Alba y la
abraza-gracias, por todo, me alegro de haberme desahogado contigo-se muerde el
labio y termina quedándose dormida en sus brazos.