jueves, 14 de junio de 2018

Entre barrotes.


Una nueva presa camina entre los pasillos de la cárcel, tímida, cabizbaja, con pinta de no haber roto un plato en su vida. Se ve joven y linda, pero algo demacrada por haberse pasado quizás demasiado tiempo llorando a solas. Todas se giran a observarla, deteniéndose así por un momento de las tareas que estaban haciendo para propiciar susurros despectivos a la recién llegada a modo de una bienvenida de todo, menos cálida.

Le han asignado un módulo y una celda en concreto, sus compañeras forman un escudo para no dejarla pasar a escoger una litera y ella suspira, con pena. Los guardias la abandonan a su suerte y ella recorre con la mirada esas tres paredes y unos barrotes que ahora la encierran ahí. Deja las mantas que le han dado en el suelo y mira a las presas con las que, al menos hasta el juicio, serán sus compañeras.


-Mira a quién tenemos aquí…-dice tocando la cara de la recién llegada y observando todas sus facciones-una nueva putita a nuestro servicio-ríe mientras sus secuaces le asienten a sus palabras.
-¿Por qué te han condenado?-pregunta otra de ellas.
-Todo ha sido un error, no estaré aquí mucho tiempo…-musita la nueva.
-Todas dicen eso, ingenuas-ríen-estarás aquí el tiempo que el gobierno y el patriarcado quieran para una mujer joven como tú-comenta-aquí los guardias hacen lo que quieren de nosotras, esto es así y tendrás que ir acostumbrándote-empuja a la joven para hacerse paso y salir.
-¿Y cuál es el error, según tú, que has cometido?-insisten en preguntar.
-No…no quiero hablar de ello-agacha la cabeza.
-¿Has robado? ¿Matado?-ríen-tarde o temprano lo sabremos, niñata-se van detrás de la primera.

Alba, que así se llama la nueva reclusa, recoge las mantas del suelo y se fija en las literas, todas tienen cosas excepto la de arriba a la derecha, con lo que supone que esa será la suya. Deja allí las cosas y se sienta al borde pensativa mientras observa las fotos que le han dejado entrar y sonríe. Las coloca en su lado de la pared y besa unas cuantas. 

-Eh tú, la nueva-aparece de nuevo una de sus compañeras-será mejor que te olvides de esa gente de fuera, a partir de ahora a las únicas personas que verás somos nosotras-comenta-toda esa gente de las fotos está muerta ya para ti-sonríe maliciosamente.
Alba salta de la litera y agarra a la chica del cuello. “Mira, tía, yo como buena, soy la más buena, pero como me toquéis mucho los ovarios, os cagáis, como mala soy el mismísimo diablo”, se saca una navaja del calcetín mientras la observa con los ojos inyectados en sangre, “y ni preguntes cómo he conseguido colar esto, pero te aseguro que no me costará nada usarla contigo y tus amiguitas, ¿queda claro?”, la otra asiente casi sin aire, “así que ahora irás con las otras y me vais a dejar en paz el tiempo que esté aquí, no quiero ni oíros respirar”, le suelta el cuello al finalizar su amenaza y la chica comienza a toser desesperadamente. Le coge el pelo y le corta más de la mitad ante los gritos de horror de ésta. 

-No te quejes que podría cortarte otra cosa, pero ahí vas, para que os deis cuenta de que no estoy de broma-suelta y se va de la celda en busca del comedor.

Una vez dentro del mismo, vuelve a ser la chica que no ha matado una mosca en su vida. Todas la miran por encima del hombro y cuchichean cuando pasa. Le sirven comida con mala cara y desprecio y se sienta sola en una mesa hasta que pasados unos minutos, una chica decide acompañarla.



Lleva una trenza atada de lado de la que sobresalen las californianas azules que hacen juego con sus ojos. Se fija en el piercing de la nariz y el tatuaje de la lágrima bajo el ojo.

-Así que tú eres la nueva, ¿no?-sonríe amigablemente.
-Soy Alba, esos motes de nueva no me van nada, aparte estaré poco tiempo-ríe.
-Te han dicho ya que eso decimos todas, ¿no?-Alba asiente-me llamo Lucía y desde luego no tengo pensado estar poco tiempo aquí-se encoge de  hombros.
-¿Tan mala eres?-alza una ceja Alba.
-Peor, soy un bicho-ríe Lucía-que va, sólo atraqué un banco con mi entonces novia, pero aquí hago lo que me da la gana y suelo estar bastante tiempo en aislamiento, no creo que eso sea bueno para mi historial-comenta-¿tú por qué estás aquí?-se interesa.
-Todo ha sido un error, en serio, no me gusta hablar de eso-agacha la cabeza.
-Bueno, bueno…pero yo te he contado lo que hice, al menos dame un adelanto, ¿no? ¡No me puedes dejar intrigada!-exclama.
-Está bien…-suspira-estaba en una fiesta con unos amigos, y fui al baño, escuché muchos gritos y eso y cuando salí la gente estaba corriendo y había un tipo sangrando, le habían acuchillado, mis amigos me dijeron que me fuera con ellos, pero el tipo aún respiraba, así que le saqué el cuchillo e intenté taponarle la herida mientras llamaba a emergencias-explica-el tipo murió y mis amigos huyeron, como era la única que estaba allí y no quería delatar a mis amigos, soy la única culpable-suspira.
-Oye, pero qué hijos de puta dejarte ahí, ¿no?-alucina Lucía.
-Bueno, pude haberme ido con ellos, pero preferí ayudar, no pasa nada, yo no hice nada, así que cuando sea el juicio espero que todo vaya bien y me manden a casa-se encoge de hombros-aparte se implicaron mucho conmigo cuando se enteraron que me encarcelarían y me enseñaron a defenderme aquí y a no tener miedo-ríe.
-Si no tienen más pruebas y un hombre ha muerto, es difícil, ¿no hubo más testigos?-pregunta-Oh bueno, eso está mucho mejor por su parte-asiente.
-Una vecina parece ser que lo vio todo, dijo que estábamos muchos y que una no se fue, yo, y que también estaba ahí cuando le acuchillaron-rueda los ojos-estaba a oscuras, solo veía cuerpos, no sé cómo puede saber si era yo o no, en fin-se muerde el labio.
-Lucía, ¿qué haces con esta tipa?-increpa una-¿no has oído lo que hizo a sus compañeras? Es un mal bicho, aléjate de ella-comenta.
-¿Un mal bicho? Pero mírale la cara, si es una buenaza-ríe-anda, anda, déjanos que hablamos temas importantes-defiende Lucía y la otra se va rodando los ojos.
-Gracias-sonríe Alba-es complicado encontrar a alguien bueno aquí, me alegra contar contigo-Lucía asiente a sus palabras.
-Por supuesto, ya tienes una amiga-se abrazan y le da un beso en la frente.



A la noche, todo se apaga, y no sólo las luces, las personas también. Alba está tumbada mirando el techo y una lágrima cae por su mejilla. Ha jurado mantenerse fuerte y lo hará, nadie debe verla débil, pero es uno de esos momentos dónde todo te sobrepasa y es inevitable derrumbarse. Observa las fotos todavía pegadas en la pared. Sus compañeras ya duermen y ella sólo desea gritar.

-¡Alba! ¡Eh, Albichuuuuu!-susurra Lucía, pero Alba sigue en su mundo-¡Alba, coño!-insiste y alguien le dice que se calle que intentan dormir.
Se cuela en celda y trepa hasta la litera de Alba y se tumba a su lado.
-¿Estás bien?-pregunta observando sus lágrimas.
-¿Eh?-Alba se da cuenta de su presencia y se seca las lágrimas-sí, sí, todo está bien, lo siento-se disculpa.
-No tienes que intentar hacerte la fuerte siempre, a veces las cosas nos sobrepasan-murmura Lucía-puedes desahogarte y todo eso, es lo más normal del mundo, llora lo que necesites…es el primer día, es lógico-comenta.
-Odio las noches, siento que no puedo más, me derrumbo totalmente-sonríe falsamente y las lágrimas vuelven a sus ojos.
-¿Me dices quiénes son?-pregunta Lucía señalando las fotografías.


-Los cinco de la foto de arriba somos mis amigos y yo, los de la fiesta-comenta Alba.
-Los que te dejaron tirada-corrige Lucía.
-Me ayudaron más de lo que me dejaron tirada-rueda los ojos Alba-también son los de la última foto de abajo-señala-en esas dos fotos están mi madre y mi padrastro y mi padre y mi madrastra; los amo a los cuatro y tengo la suerte de poder tener dos padres y dos madres que me amen tanto como ellos-explica-los de debajo de la foto de mi madre son mis hermanos por parte de madre, en el medio mis hermanos de sangre y el que está conmigo en la foto de la derecha es mi hermano por parte de padre-sonríe.
-¡Vaya, qué familia tienes! O sea que tienes tres hermanos de sangre y tres hermanastros, ¿no?-Alba asiente.
-¡Somos siete!-ríe-y mis padres se llevan bien y con sus respectivos igual, así que imagina las reuniones familiares lo que son-sonríe al recordar.
-¿Y quién es la niña de todas esas fotos?-señala una fila donde sólo hay fotos de una bebé.
El corazón de Alba se encogió en ese momento, no estaba preparada para hablar de ello, pero no le quedaba más remedio, era ahora o nunca, y de alguna manera necesitaba gritarlo y quitarse un peso de encima.
-E…era mi hija-susurra.
-¿Era…? ¿Quieres decir qué…?-Alba la corta.
-Sí… está muerta-nunca lo había dicho en alto y le había producido un pinchazo en el estómago, le dolía, y las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos.
Lucía la abrazó y acarició su cabeza durante unos minutos, sin decir nada, no tenía palabras. ¿Qué decir en ese caso? Suspiró. Parecía que Alba se había quedado dormida hasta que sin previo aviso comenzó a hablar, intentando que su voz no se quebrase.

“Cuando tenía 15 años, un hombre me violó durante dos semanas, siempre me veía cuando volvía del instituto, y yo no era capaz de imponerme, tenía miedo,  podía matarme, era superior a mí, era grande, y yo era tan sólo una niña; nunca dije nada, ni dejé de ir al instituto, me sentía mal, sentía que era mi culpa, que algo había hecho yo que había provocado que ese hombre hiciera eso. A las dos semanas, a mi padre le trasladaron y tuvimos que mudarnos, eso fue lo que provocó el divorcio de mis padres, cosa que no agradezco, pero agradezco que nos alejase de ese pueblo aunque tuviese esa consecuencia. No volvió a tocarme ni volví a verle. A las semanas me enteré de que estaba embarazada, fue algo duro, pero quise seguir adelante, el bebé no tenía culpa de lo que me había ocurrido y no iba a hacerle pagar por lo que un hijo de puta me hizo por lo que me inventé mil cosas sin contar la verdadera razón del embarazo a mis padres (supongo que todo esto también influyó en su divorcio). Cuando nació mi niña me enamoré, era el bebé más bonito que había visto nunca, apenas tenía unas horas y abría los ojitos y te miraba y parecía que te sonreía con la mirada. Tomaba un dedito con su manita y te daba todo su amor. Era lo más precioso que me había ocurrido nunca, la quise como a nadie y le di todo lo que pude darle.”

Hizo una pausa para secarse las lágrimas y tomó aire, parecía que se avecinaba lo duro de la historia.


“Cuando tenía dos añitos, empecé a notar que algo no iba bien, le costaba hablar correctamente, andar y más cosas así que la llevé al médico, y no a uno si no a varios, incluidos los privados ya que nadie sabía decirme que le pasaba a mi bebé. En el privado me dieron la peor noticia de todas. Mi niña tenía un tumor cerebral que se le estaba expandiendo por todo el cuerpo. No supieron decirme cuánto tiempo le quedaba de vida, sólo me dijeron que aprovechase todo el tiempo con ella al máximo, que no había cura y que lo sentían mucho. ¿Cómo pueden decirle a una chica de diecisiete años que su hija de dos se va a morir y que lo sienten mucho? ¿Así, sin más y sin anestesia? No me conformé con eso y gasté lo que tenía y lo que no en médicos que no me daban ninguna buena noticia, hasta que me rendí y decidí, como me habían recomendado desde el principio, pasar todo el tiempo que le quedase haciéndola feliz.”

“La llevé a Disneyland, la llevé a mil viajes,  mil cosas, me gasté dinero de mis amigos y todo. Trabajé más horas, y como entendían mi situación me dejaban tener a la beba conmigo en el trabajo por si pasaba algo estuviera ahí. Milagrosamente pasó un año y mi niña seguía conmigo, no quería ilusionarme, pero ella seguía ahí y yo era feliz de poder seguir disfrutándola. Apenas hablaba, ni podía hacer nada por sí misma la mayor parte de los días, sólo alguno si había suerte gateaba o caminaba apoyándose en todo lo que encontraba.”


-¿Ves esa foto de ahí?-señala Alba-ahí es su cumpleaños, cumple cuatro años y dos meses, de ahí las dos velas pequeñitas al lado del cuatro, decidimos celebrar también sus meses de vida, porque no sabíamos cuánto le quedaba-sonríe- se la ve tan feliz, era la niña más feliz del mundo pese a todo…pero yo diría que fue su último día feliz-suspira, y Lucía la abraza más, haciendo así la cucharita, para que sienta que está ahí para ella.

“Poco después empezó a estar mal y decidí llevarla al hospital. Me dijeron que no sabían si serían horas o días, y me preguntaron si quería que muriera sufriendo o quizás no tanto. Decidí que la ingresaran, le pusieron oxígeno porque ya no podía respirar sola y la medicaban para que no tuviera dolores. Se pasaba casi todo el día durmiendo y yo agarrada de su mano sin conseguir dormir. Intentando recordar cada rasgo de mi niña, que me sería arrebatada en cualquier momento. Hubo un momento que ya estaba quedándome dormida después de tres días sin dormir absolutamente nada y sin despegarme de ella y ella se movió, se quitó con su manita el oxígeno y pronunció con algo de dificultad algo que se me quedará siempre. “Te quiero, mami” y sonrió. Yo la miré con los ojos llenos de lágrimas y ahí, justo ahí mi niña se me fue. Se me fue diciéndome que me quería con sus últimas fuerzas antes de partir…”



Alba no dejaba de llorar agarrando la foto de su niña. Era duro, era muy duro. Una chica de 19 años no tendría que ver morir a su hija, jamás. Después de todo lo que había pasado era una valiente.

“Después de todo eso, pasado un año o así volví a ver a aquel tío. Y me removió todo dentro. Mil recuerdos, todo. Mis amigos y yo planeamos algo, una fiesta y gracias a una amiga le invitaron. En cuánto le vi no pude evitarlo y le ataqué con lo primero que pillé. Le di una puñalada por haber abusado de mí, no una sino decenas de veces; le di otra por haberme arrebatado la inocencia; le di otra por, pese a haberme dado lo más bonito de mi vida, habérmela dado enferma sin que apenas pudiera disfrutar de ella; le di otra porque jamás conocería a la hija más hermosa del mundo, la más inteligente y buena; le di otra porque ni siquiera supo que sus acciones tuvieron una consecuencia…y así sucesivamente unas treinta veces. Mis amigos me gritaban que parase y yo les dije que se fueran, ellos no hicieron nada y no debían pagar por ello…y así llamé a la policía y me inventé el resto de la historia…”



-Así que fuiste tú y no fue un error cómo tú decías, ¿no?-pregunta Lucía y Alba asiente.
-Es la historia para defenderme que me inventé, y la que debo seguir manteniendo, pero yo tenía que vengarme, tenía que acabar con él igual que él acabó conmigo y mi niña, de alguna manera-explica-no sería la manera pero en ese momento no conseguí pensar en nada más que no fuera eso, y ellos después me ayudaron en todo, como dije-sonríe.
-Ey, mírame, no fue tu culpa que ese hijo de puta hiciera lo que hizo, jamás pienses en eso, y todas actuaríamos como tú en tu lugar…has sido una valiente y una superviviente-sonríe Lucía-estoy orgullosa de ti, ¿vale? Has tenido una niña maravillosa y la has amado lo más que has podido y has hecho todo lo posible por ella y ella lo sabía, te lo hizo saber, te quería, y te quiere-seca las lágrimas de los ojos de Alba-ahora lo único que tenemos que hacer es pensar cómo hacer que estés aquí el mínimo tiempo posible-piensa.
-Con una compañera como tú, no me importaría estar aquí más tiempo-sonríe Alba y la abraza-gracias, por todo, me alegro de haberme desahogado contigo-se muerde el labio y termina quedándose dormida en sus brazos.