No más batallas.

Yo sólo era otra chica normal que quería encajar. No destacaba en nada, ni bueno ni malo, aunque mi mente se ría mientras escribo esto. "¿Qué no? Lo tienes todo malo" me susurra la misma. Y yo aprieto mis dientes con fuerza intentando ignorar esos pensamientos, pero es difícil incluso cuando llevas conviviendo con ellos la mitad de tu vida, parece que ya te has acostumbrado, sin embargo, vuelve a doler como la primera vez, porque te lo crees, porque llegas a verte de esa manera. Y sólo hay dos palabras para ti: ODIO y ASCO.

Y es que una está harta de pensar en los demás, de que todos te suelten el típico "hay gente peor que tú", si, pero ¿qué pasa con lo que yo siento? ¿con cómo me siento? Estoy harta de vivir pensando en los demás, ¿sabes? Ha llegado el momento de ser egoista y pensar en mí misma. Y es que estoy harta luchar en batallas que tiempo ha tienen su final escrito y tú no eres la ganadora de dicha batalla. Y estoy harta de tener mil cicatrices que muestran que he sido superviviente de todas y cada una de las batallas...porque...eso no te hace fuerte, sólo te debilita más y más, como a Campanilla cuando alguien no cree en las hadas. Pero yo, al contrario que ella, no pido un grito de "yo creo en las hadas, yo creo, sí creo", pido que dejen de creer definitivamente y así pueda descansar. Me pregunto cuándo será la última batalla de la que no tendré cicatriz porque no pude sobrevivir a ella. Me pregunto cuándo acabará el dolor, las lágrimas, los gritos, el preguntarme "¿por qué soy así?" o "¿qué hago mal para merecer esto?". Todavía no sé la respuesta a ninguna de esas preguntas, ¿pero sabes? No quiero convertirme en una muñeca de porcelana en el suelo: rota.

Pero es gracioso, ¿no? Cuando ya lo soy...estoy rota, en mil pedazos...y ya nunca se recompondrán...